El universo empresarial argentino de las empresas con hasta 800 ocupados queda dividido en dos grupos: aquellas firmas sin ninguna posibilidad actual de implementar el teletrabajo y aquellas donde el teletrabajo podría constituir, en un futuro muy próximo, un instrumento competitivo de gran importancia.
El primer aspecto a destacar es que la reconversión de los procesos productivos hacia el teletrabajo, lejos de ser un proceso que impacta sobre una parte marginal del mundo empresarial, afectará a un gran segmento de las empresas argentinas. Si bien más de la mitad de las MiPyME y MEG pueden implementar teletrabajo para parte de su personal, la distribución sectorial de la posibilidad de implementar teletrabajo muestra una realidad desigual, con características particulares también en la velocidad de adaptación.
Las MiPyME (empresas de hasta 250 ocupados) y MEG (251-800) de Servicios encuentran una posibilidad más alta, y más inmediata, que el resto de los sectores para adaptar la organización interna del trabajo a una modalidad remota: el 68% de estas empresas puede implementar el sistema de teletrabajo para parte o todo el personal en la pospandemia (mientras que su complemento, el restante 32%, no tiene ninguna posibilidad de hacerlo). Además, el 15% de las empresas de servicios podrían implementar el teletrabajo de forma inmediata, antes que finalice el 2020.
En el otro extremo se sitúa el sector de las empresas de la construcción, donde las dificultades para adoptar el teletrabajo son mayores y sólo el 43% puede implementar la modalidad para parte o todo el personal, mientras que el restante 57% no tiene ninguna posibilidad de hacerlo. Por otra parte, la velocidad de implementación inmediata del teletrabajo en este sector es también mucho menor que en servicios, ya que solo el 2% de las empresas podría volcarse a este sistema antes de la finalización de este año. En situación intermedia se encuentran el resto de los sectores productivos de MiPyME y MEG.
Entre ellos, la actividad agropecuaria y de recursos naturales, que no enfrenta mayores problemas de operatividad y funcionamiento, dado su carácter esencial y tipo de proceso productivo. De todas maneras, hay que destacar que la posibilidad de implementación inmediata del sistema de teletrabajo en este sector, tanto como en los sectores del comercio y la manufactura, encuentra importantes dificultades ya que solo el 2% de las empresas podría adoptar completamente esta modalidad antes de finalizar el 2020.
De esta manera, el universo empresarial argentino de las empresas con hasta 800 ocupados prácticamente queda dividido en dos grupos de igual dimensión: aquellas firmas sin ninguna posibilidad actual de implementar el teletrabajo y aquellas donde el teletrabajo podría constituir, en un futuro muy próximo, un instrumento competitivo de gran importancia.
A pesar de que ambos grupos están interrelacionados, existe un riesgo de creciente dualismo productivo territorial, sectorial y dimensional que la política pública deberá poder enfrentar con decisión a través de adecuadas regulaciones de los incentivos.
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