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MITO

“Las PyME diversificaron las fuentes de financiamiento durante la última década”

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El financiamiento no tradicional, prácticamente no creció como fuente de recursos para el financiamiento de las PyME inversoras. En efecto, la participación de estas fuentes se incrementó en sólo 3% durante la última década

El financiamiento no tradicional, cuyas fuentes son el mercado de capitales, clientes, proveedores y programas públicos, prácticamente no creció como fuente de recursos para el financiamiento de las PyME inversoras. En efecto, la participación de estas fuentes se incrementó en sólo 3% durante la última década.


Entre 2007 y 2017, en promedio, el 60% de los recursos aplicados a la inversión fueron financiados con utilidades (principalmente), aportes de socios y demás recursos propios de la empresa. Esta proporción puede variar entre el 55% y 70%, siendo siempre la primera fuente de financiamiento, con amplia diferencia sobre los demás canales.


La participación del crédito bancario como segunda fuente no ha excedido el 30% del gasto en inversión (en 2015 se registró una asignación del 100% de la Línea de Financiamiento de la Inversión Productiva a MiPyME), aunque se nota un importante progreso de su participación luego de la crisis financiera internacional (2008-2009). El financiamiento a través de proveedores es muy pequeño y en disminución, en torno al 4%, y podría tomar mayor protagonismo si se implementase a través de programas de financiamiento del sector bancario articulados con las cadenas de valor y apalancadas por las empresas de mayor envergadura de la cadena.


Por otra parte, la obtención de fondos para inversión a través de programas públicos es sistemáticamente poco significativa en comparación con los estándares europeos que giran en torno del 12% del total.


Adicionalmente, el financiamiento a través del mercado de capitales resulta establemente insignificante.


Este cuadro de situación es otra arista del ya conocido subdesarrollo financiero del país, con una historia de alta volatilidad, que socava la posibilidad de desarrollar distintos canales de financiamiento para el sostenimiento de la capacidad instalada y su modernización.

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